dc.description.abstract | Si bien, a lo largo del tiempo las bibliotecas fueron adaptando su estructura y su funcionamiento a los requerimientos de su comunidad de usuarios, su origen está intrínsecamente ligado a las necesidades de formación de los primeros docentes y los bibliotecarios en ese entonces, ejercían un rol activo como formadores, como verdaderos “aliados” de sus usuarios (Lerner, 1999).
Esta especie de “alianza estratégica” o partnership (García Fernández, Menéndez Artime, & Herrero Toranzo, 1999) tuvo y tiene como finalidad establecer una relación de mutua cooperación entre el profesional y el usuario, al punto de convertirse en co-partícipe de su experiencia de búsqueda, ya que al igual que en sus orígenes, el rol del profesional es esencialmente pedagógico y su presencia en las unidades de información, se fundamenta en este hecho.
Si bien es evidente que las TICS atravesaron la profesión, el objetivo sigue intacto, enseñar. Las necesidades de los usuarios de las bibliotecas no cambiaron, tomaron nuevos matices, ya que hay nuevas herramientas para gestionar y acceder y consumir información y por ende, más necesidad de formación, lo que se traduce como ALFIN (Alfabetización Informacional).
De acuerdo a lo antedicho, se observa la necesidad de establecer un modelo de servicio centrado en el aprendizaje, el cual es conocido desde hace unos años como CRAI (Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación), dejando atrás la denominación tradicional de “biblioteca” (REBIUN, 2003).
Siguiendo esta línea, se analiza la experiencia de la biblioteca de la Facultad de Ciencias Biomédicas devenida en CRAI, la cual tiene como misión satisfacer las necesidades de información y formación de toda la institución, apoyando la labor investigativa y de divulgación científica, contribuyendo de esta manera, al desarrollo de capacidades, valores y habilidades que enriquezcan y favorezcan tanto la trayectoria académica, como el ejercicio profesional de todos sus miembros. | en_US |