Abstract
¡Te encontré! - exclamó con lágrimas de júbilo, más una mirada que gritaba con mayor angustia se asomó – y por eso voy a perderte, ¿verdad?
Ella quizo decir tanto, pero simplemente asintió, marchándose. Todo lo que le quedaba era una pala robada. Bueno, eso y su cadáver, antes extraviado, en ese bosque marchito a las afueras del pueblo. El descanso eterno de un alma puede traer tormento eterno a otra.