Abstract
“Mama Mía!”
Recluido desde mi sitio, puedo divisar niños jugando, y en especial a mi pequeño, que viene de la mano de su Mama llorando y pataleando desconsoladamente.
Mi pequeño abrazado a la falda de la Mama suplica por quedarse, pero su voz lo reconforta y lo impulsa hacia mí.
Extiendo mi mano desde la penumbra para conocernos, e hinco mis garras en la cena. La mujer se despide amablemente hasta la próxima entrega, y arrastrando mis bermejas alas y lamiendo mis amarillentos colmillos nos retiramos.