Abstract
Disonancia.
Discutían— como era costumbre— en su caminata por el abarrotado parque. La discusión era de esas que, cuando terminan, seguramente dejaría una herida. Mientras el segundo gritaba sus argumentos, el primero tomó una piedra y la escondió detrás. Cuando el otro terminó, el primero le asestó un golpe en la cabeza. Uno terminó con la vida del otro. No hubo rastro, aún menos una necesidad de esconder el cuerpo. ¿Cómo podría haberlo? Eran tan solo dos voces en una cabeza.